Tras un mes de espera, que se nos ha hecho larga, tenemos ya en los quioscos estadunidenses el número dos de esta nueva serie de Daredevil guionizada y dibujada por Saladin Ahmed y Aaron Kuder. Este número es un cómic de transición sin demasiada acción y sin que ocurran muchos sucesos, pero sí nos van sentando las bases para lo que va a ir ocurriendo en los siguientes.
Tanto el dibujo como el argumento están muy bien llevados retomando la historia del número uno con la policía a las puertas de Saint Nicholas buscando al Padre Murdock.
Antes de meternos en la reseña puedes comprar el número en inglés aquí y luego leerla, o si lo prefieres leerla directamente y luego comprarla para ver esos magníficos dibujos.
Ojo que a partir de aquí habrá SPOILERS
Como decíamos arriba el número anterior acababa con la policía a las puertas de Saint Nicholas buscando al Padre Murdock. Lógicamente, Matt se extraña de que unos coches de policías estén en su búsqueda dado que, en principio, él, ni nadie de Saint Nicholas ha hecho algo malo.
Tras tener la conversación con los policías se entera que alguien está publicando información falsa sobre él y los niños acogidos en el hogar. Esta información cuenta que en Saint Nicholas, además de dar hogar a jóvenes crimínales, están usándolos a su favor para delinquir y sacar réditos de ellos. Los agentes quieren entrar de malas maneras pero Matt se los impide si no vienen con una orden de registro y les cierra la puerta con un gran enfado.
Con este mal humor Matt sale a patrullar las calles de Hell’s Kitchen como Daredevil. Rápidamente localiza un altercado de una serie de maleantes que quieren reclamar las calles de barrio para ellos. Tras una pelea -muy bien dibujada- Daredevil se deshace con celeridad de ellos y vuelve a Saint Nicholas tras haber liberado tensiones.
En Saint Nicholas ayuda a Danilo, un chico al que le están haciendo bullying, pero lo más importante, empieza a investigar por la red de dónde viene la fake news de que usan a los niños para robar y así averiguar quién quiere destruirlo. Lo que averigua le sorprende, el que quiere destruirlo es un amigo: Ben Ulrich.
Con ese cierre acaba el número, un número, como os decíamos, con poco que contar, pero que nos da información de por dónde va a ir la serie.